Los más mayores de la sala recordarán aquellas tiernas imágenes en blanco y negro de un grupo de niños bebiendo una litrona en el sofá de casa junto al eslogan: ‘Mamá siempre lleva a casa Cruzcampo’. La madre con delantal y botella en mano servía a sus hijos —varones— la merienda; «La cerveza, como usted bien sabe, además de ser una bebida agradable tiene cualidades como la de fortalecer y ayudar a tener un aspecto lozano».
El padre llenándole el vaso al niño; «Dele usted cerveza San Miguel». «El Águila; Familia grande, botella grande». La complicidad de padre e hijo que beben juntos: «Xibeca Damm: La cerveza familiar del buen conductor de hoy… y de mañana!». Pero no solamente las empresas cerveceras intentaban que empináramos el codo desde temprana edad. También los vinos trataban de ganarse el favor de los papis vendiendo las virtudes de encogorzar a los hijos de la posguerra.
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