Cuando he escuchado en las noticias al enésimo experto explicando a un periodista que asiente sin pestañear que, uno de los consejos para reducir la factura de la luz, era vaciar el congelador y desenchufarlo, me ha parecido mucho más urgente la idea de apagar el televisor.
Que quizá no suponga un ahorro en dinero, pero ni les cuento en salud mental.
No voy a aburrir al lector tratando de descifrarle costes de facturas porque lo imagino, como a todos, hasta los mismísimos de explicadores de potencia, energía y peaje; de la soplapollez de punta, llano y valle; de escupidores de culpas según si se hallan en Gobierno u oposición —pero a la fresca—, y de estos gurús de vuelva usted al abanico y al botijo, que son los mismos de vender el encanto de compartir piso con cuarenta años o, si se es listo de veras, volver a casa de los padres, que se evita uno un pico en alquiler.
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