Hasta hace nada yo vivía allí, en lo alto. Miro hacia allí pensando cuántas veces habré mirado desde allí, hacia aquí abajo: de la plaza del Sol hasta la plaza del Parque; de arriba abajo, de abajo arriba… ¿cuántas veces habré atravesado ese túnel, habré subido esa escalinata sobre mis tacones? ¿Cuántas veces habré hecho ese recorrido cargando maletas?
Y mientras espero para tomar mi enésimo café/vino con una querida amiga disfruto ¡caray, cuánto disfruto! Siendo consciente de cuánto nos definen estas pequeñas cosas… De cuánto se podría hacer un retrato robot de una persona y describirla diciendo algo del tipo: «Venía a tomar vinos con alguna amiga», «Subía y bajaba con tacones y maletas», «Estaba, vaya que estaba, pero siempre de paso» y, sobre todo, importando muy poco tu corte de pelo o el color de tus ojos y sí hacia dónde miran estos y ya, terminando con un: «Miraba abajo cuando estaba arriba y, lo recuerdo perfectamente, como si fuera ahora mismo, también miraba arriba cuando estaba abajo.»
Entradas relacionadas:
made in Ibiza
pon a punto tu coche, tu corazón o… algo
¡tengo casa
el polvo pendiente
ácido hialurónico
un bombero en mi pared, un bombero en mi cama
cariño, espero que te guste (o cómo romper tu pareja en dos sanvalentines)
te necesito (qué suerte)
Bernat, alguien te ama