Ya está aquí otra vez San Valentín. ¿En serio? ¿Se puede saber qué ha pasado con el último año? Rebusco en los bolsillos —vacíos— y nada, que no lo encuentro.
Mírenla de nuevo: ‘la semana del amor’. No disimulen. Sé que también la han visto en los escaparates, en los anuncios invasivos en el móvil y en los intermedios. “El amor está en el aire”, nos advierten por doquier, junto a un enlace que nos empuja, en lugar de a consumar, a consumir.
El amor está en el aire y no sé si al lector le pilla esta bocanada del lado de San Valentín, de San Solterín o del no está el horno para bollos. Yo este año igual me abstengo. Como tantos en las elecciones catalanas. Pero lo mío es algo excepcional, oigan. Que el año que viene, sin falta, me pongo. Lo casi prometo.
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