El principio de no contradicción es una de las leyes clásicas del Pensamiento lógico. Aristóteles lo definía así: “Es imposible que un mismo atributo se dé y no se dé simultáneamente”. Un ejemplo planteado desde tiempos memorables lo tenemos en la existencia de Dios. Dios existe o no existe pero ambas aseveraciones no pueden ser al mismo tiempo verdaderas.
Otro ejemplo más reciente lo tenemos en la publicación de la crisis que viven numerosas empresas de ocio nocturno, el último sector en recuperar la normalidad tras la pandemia, y que ansiaban vivir una fiebre del sábado noche que ni ha llegado ni se la espera. Atribuyen el chasco a un cambio de tendencia de las personas a la hora de relacionarse, que encontraron alternativas virtuales tras la imposibilidad primero y el recelo después, a ligar en las discotecas.
Del lado contrario de la contradicción, pero compartiendo periódicos, la noticia de que Match Group, el buque insignia de la aplicación de citas Tinder, se desploma en bolsa. En una carta dirigida a sus accionistas informan de que el fin de las restricciones y la vuelta a las interacciones sociales en persona han provocado una creciente pérdida de usuarios a lo largo de los últimos meses. Es decir: volvemos a ligar en persona. En este particular drama de Schrödinger nos estamos enamorando presencialmente y no al mismo tiempo.
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