Hoy me han pedido matrimonio. Esto debería caer en la más absoluta privacidad pero ya que ha sido él, «el rechazado», el de decirme: «¿Me mandas luego alguna foto de cuando te pido matrimonio?» Que yo le contesto «¿Y si la publico en Instagram y si quieres, te etiqueto?»
Y me dice que sí, que genial. Lo que pasa es que yo hablaba en broma, que soy un caballero y no voy a etiquetar a nadie en algo así.
En fin, que es un buen tipo. Estupendo, de verdad que sí, pero que me pide matrimonio por motivos erróneos (a mi parecer), hasta precipitados. Me pidió matrimonio ya sin conocerme, por el correo este de Instagram acompañado de frases del tipo: «Ojalá algún día pudiera escribir como lo haces tú», que es como para darle las gracias, vaya que sí. Incluso, incluso, para invitarle a un vino, pero… ¿casarnos? Un poquito forzado, ¿verdad que sí?
Pero ya un día nos conocimos, en persona, y así, como en el segundo vino en lugar de: «¿Otra más de lo mismo?» Me dijo: «Cásate conmigo. Haz conmigo lo que quieras» seguido (o precedido, ahora no recuerdo bien) de un: «Eres igual que escribes» que claro, le contesté que en realidad intento que sea exactamente lo contrario.
Y bueno, que hace un par de días, con la excusa de que le firmara un libro y tal y tal, me dijo que si venía a Madrid, que si quedábamos «me prometía no pedirme matrimonio», pero ¡qué va! Una hora ha aguantado, que ya en el segundo bar ha hincado rodilla en el suelo que le he tenido que decir: «¡Espera, espera!» Para darle el móvil a la pareja de la mesa de enfrente, que si no les importaba sacar una foto, que me iba a pedir matrimonio y yo le iba a decir que no.
Y tal cual, tal cual, que el guapo de la mesa ha dicho: «Te he hecho varias de cuando decías que no, que tienes novio. Mira a ver qué tal han quedado o las repito», pero que no, que ha quedado muy bien y a la primera, ¿a que sí?