La cuestión es que soy minimalista en el vestir en cuanto a colores y, sobre todo, estampados y eso me permite explayarme en complementos: bolsos, medias, y no tengo reparo alguno en vestir lo que solo parece lícito en un maniquí. Y me he ido a Primark a por unas medias que, de todos modos, no quedaban. Sin embargo, de lo que había y mucho es de mi divertimento más favorito en las tiendas: los novios ajenos. Por favor… ¡ME ENCANTAN!
Pocas cosas me divierten más que los novios. Especialmente, a la puerta de un probador. Aún más si cargan muchas bolsas.
Los miro con indisimulada curiosidad y siempre merecen mi admiración (ellas, que no ellos). Chicas, ¿CÓMO LO HACÉIS? A ver, ¿cómo lo explico sin que suene inadecuado o sexista…? Nada, no me sale ¿Cómo, cómo tenéis los huevos de llevaros a un novio de compras y, además, A UN PROBADOR? Yo no he sido ni seré capaz EN LA VIDA que para mí es un acto más íntimo que cualquiera que pueda llevar a cabo en un baño.
Y así, una chica se probaba suéteres de pelo («peluches» los llamaba ella) y le preguntaba al novio que «qué tal» y él contestaba que ya tenía otro igual. Y contestaba «sí, pero este es más blanco. Igual muy blanco, ¿no?» Y él le señalaba hasta 2 colores más en su armario y además, añadía: «Y el que yo te regalé». En este punto es cuando me he dicho: «Nada me mueve de aquí. Quiero ver cómo termina.» Y he fingido que me interesaba una columna de guantes.
Ella, muy poco hábil, ha dicho: «¿Que tú me regalaste?» Y él ha seguido con todos los detalles de aquel «peluche»: fecha, color… Nada. Ella no era capaz de recordarlo y a cambio, poniéndole ojitos, suelta un: «Pero, ¿verdad que también me regalas este? Son solo 40 Euros». Y me ha faltado esto para abrazarla. Mi héroe ¡MI HÉROE!