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Los novios ajenos

otro Post Data, los novios ajenos. Julia Roberts, Pretty WomanEsta mañana, 30 de diciembre y domingo, he cometido la osadía de entrar en Primark por unas medias. Soy así, vivo en el centro y puedo permitirme el lujo de invertir 2 horas y mi integridad física por unas medias. Hace años llevé la comunicación de una conocida marca de medias y aún conservo muchas de las medias que me regalaron. Al igual que conservo bolsos y gafas de sol de otras marcas. De las marcas de alcohol ya no queda nada, pero por favor, no me hagáis cambiar de tema.

La cuestión es que soy minimalista en el vestir en cuanto a colores y, sobre todo, estampados y eso me permite explayarme en complementos: bolsos, medias, y no tengo reparo alguno en vestir lo que solo parece lícito en un maniquí. Y me he ido a Primark a por unas medias que, de todos modos, no quedaban. Sin embargo, de lo que había y mucho es de mi divertimento más favorito en las tiendas: los novios ajenos. Por favor… ¡ME ENCANTAN!

Pocas cosas me divierten más que los novios. Especialmente, a la puerta de un probador. Aún más si cargan muchas bolsas.

Los miro con indisimulada curiosidad y siempre merecen mi admiración (ellas, que no ellos). Chicas, ¿CÓMO LO HACÉIS? A ver, ¿cómo lo explico sin que suene inadecuado o sexista…? Nada, no me sale ¿Cómo, cómo tenéis los huevos de llevaros a un novio de compras y, además, A UN PROBADOR? Yo no he sido ni seré capaz EN LA VIDA que para mí es un acto más íntimo que cualquiera que pueda llevar a cabo en un baño.

Y así, una chica se probaba suéteres de pelo («peluches» los llamaba ella) y le preguntaba al novio que «qué tal» y él contestaba que ya tenía otro igual. Y contestaba «sí, pero este es más blanco. Igual muy blanco, ¿no?» Y él le señalaba hasta 2 colores más en su armario y además, añadía: «Y el que yo te regalé». En este punto es cuando me he dicho: «Nada me mueve de aquí. Quiero ver cómo termina.» Y he fingido que me interesaba una columna de guantes.

Ella, muy poco hábil, ha dicho: «¿Que tú me regalaste?» Y él ha seguido con todos los detalles de aquel «peluche»: fecha, color… Nada. Ella no era capaz de recordarlo y a cambio, poniéndole ojitos, suelta un: «Pero, ¿verdad que también me regalas este? Son solo 40 Euros». Y me ha faltado esto para abrazarla. Mi héroe ¡MI HÉROE!

 

*Imagen: Pretty Woman, 1990

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