Aunque los más sensatos habíamos bajado la larga lista de expectativas del año pasado: «viajar, ir al gimnasio, aprender chino, perder kilos, ser millonario, que Brad Pitt se enamore de mí…» a una mucho más humilde: «Sobrevivir», ha bastado que asome un poquito del 2021 para comprobar que esto tiene pinta de ir de Guatemala a Guatepeor.
¿La culpa? ¿Del cambio climático? ¿Del gobierno socialcomunista? No, qué va. De Nostradamus. Ajá. El profeta de los oscuros augurios, el boticario metido a adivino de las calamidades, el influencer de la realeza allá por el siglo XVI que, ya me contarán, el interés de cualquier noble por preguntarle a este señor algo más allá de cómo le va a ir a mi ex.
Pues según sus famosas Profecías —una colección de 6.338 ‘verdades’ que le fueron reveladas por inspiración celestial en formato de cuartetas o grupos de cuatro versos consonantes—, básicamente, salimos muy mal parados. Lo mismito que cuando uno escucha en rueda de prensa a un político en la oposición, solo que en vez de alertarnos de las penurias que nos va a traer este gobierno socialcomunista, del efecto llamada para violadores, o que nos van a quitar nuestras casas para dárselas a sus amigotes, los okupas, Nostradamus nos aterroriza con presagios más atemporales: terremotos, pestes, guerras, envenenamientos, mares teñidos de sangre, lluvias de fuego, y sobre todo, muerte. Mucha muerte.
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