Yo llegué a las plazas por pura casualidad. Estaba en el lado opuesto, al menos en apariencia, de todos aquellos que se manifestaban y se amotinaban en tiendas de campaña. Era empresaria y tampoco me iba tan mal, caramba. Tiempo al tiempo y mi empresa se iría a la mierda como tantas empresas más. La cuestión es que pasaba de casualidad por alguna de aquellas plazas y no por curiosidad, que los empresarios no teníamos tiempo que perder, sino por atajar en vez de bordearla, quizá, empecé a escuchar algunos de los discursos y, de repente, me sorprendí sorprendiéndome de que muchas de aquellas quejas y miedos eran los míos. A pesar de mis talonarios de pagarés y mis declaraciones trimestrales de IVA, era, o ya se veía venir, que sería como ellos.
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