
Todo empezó una mañana que apareció una polla de buen tamaño y en ángulo obtuso grabada en una de las paredes de mi ascensor. Perdón por lo de ‘polla’. Me consta que es una palabra malsonante. De haber encontrado la misma imagen en un libro de ciencias escribiría ‘pene’, lo juro. De encontrarla en un cuento infantil lo llamaría pito. O mejor aún; de encontrar tal esperpento en un cuento llamaría a […]