
Estábamos en la piscina en clase de aquagym cuando aparecieron unos hombres grises —como en Momo pero con esos cubre zapatos de plástico indignos con los que pretenden que las que llevamos tacones crucemos el arco del aeropuerto—. Tomaban apuntes con ese gesto de superioridad de los examinadores de la DGT y de quien sabe que puede poner una cruz aquí o allá y cerrar un polideportivo. Así fue exactamente. Horas después […]