Tanto ruido


Es curioso cómo siempre había pensado que el dolor sería inolvidable. El dolor físico, quiero decir. Que el recuerdo de empujones, golpes, patadas o quemaduras sería una carga para toda la vida. Pero no. En absoluto. No es que lo haya olvidado, sino aún más serio: es que no lo recuerdo. Y, caramba, sí recuerdo pasarlas canutas por un dolor de muelas en Cuba o de oído en India ¡Vaya noches aquellas€! En cambio, de mi matrimonio, revivo las escenas, pero al dolor€ estoy anestesiada. Al dolor físico, quiero decir ¡Porque rompería a llorar ahora mismo solo rememorando todo el resto! El frío del suelo, tiritando desnuda hecha un ovillo, con él vigilando, para volver a pegarme si cerraba los ojos. Si me dormía. La asfixia cuando me agarraba con todas sus fuerzas —él lo llamaba abrazo— y me atrapaba y le suplicaba que me dejara respirar. La vergüenza, cuando me arrastraba a gritos de puta de vuelta a casa cuando intentaba huir y nos cruzábamos algún vecino simulando que no nos había visto. Y la vergüenza de volvérmelo a encontrar en la escalera al día siguiente y saber que no nos saludaríamos nunca más. Duele mucho la vergüenza.

Seguir leyendo en Diario de Ibiza

 


 

Acerca de Pilar Ruiz Costa

Me dedico a la Comunicación y a los eventos desde hace muchos, muchos años. Contadora de historias con todas las herramientas que la tecnología pone a mi alcance.

otro Post Data, el blog de Pilar Ruiz Costa


Antes de suscribirte es importante que conozcas nuestra POLÍTICA DE PRIVACIDAD

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.