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no señor, esto no es crisis

Otra tertulia más con la crisis copando todo. La palabra se desliza de nuestros labios con la misma facilidad con la que se nos cuela por debajo de la piel hasta arañar el alma. No lo permitáis o, si lo hacéis hacedlo con justicia.
Lo que me llevó a estudiar psicología fueron dos raros temas que siempre me han llamado la atención: la preparación a la muerte, sobre todo en enfermos terminales (y a sus familiares que comparten el mismo sufrimiento) y las crisis. Así, en grande y en plural. Ya veis… Casi nada. Pero las crisis por aquel entonces, eran otra cosa muy distinta.

Los que me conocéis (e incluso los que me leéis por puro azar) ya sabéis que soy de las que ve la botella medio llena o, de las que sabe sacarle todo el partido incluso al culito que queda al fondo de la copa. Soy mucho más de temas agradables, de reírme y además ¡de reírme mucho de mí! Porque solo eso me da derecho luego a reírme del resto si me da la gana, pero quizá sea sano volver a escribir sobre esa cosa llamada crisis, porque personalmente estoy más que cansada de que nos engañen y peor aún, nos dejemos engañar.
¿Qué estamos en crisis? Depende… y de todos modos, ¿cuándo no lo estamos? Si casi podríamos contar nuestras vidas entre crisis casi tanto como entre cumpleaños: la de la adolescencia, la del divorcio de nuestros padres, la de nuestro matrimonio o nuestras relaciones, la de los treinta, la de los cuarenta, la de los cuarenta y cinco y la de los cincuenta, la de las dudas existenciales: laborales y me mudo o no me mudo; las de por qué siempre me sale mal o porque siempre a fulanito le va mejor si se esfuerza mucho menos; la del michelín; la del me quiere o no me quiere o la del creo que ya no le quiero; la del ¿será el hombre o la mujer de mi vida? La de no es un buen momento para tener un hijo; vale pues tengo dos… ¿Y sabéis qué? Que, si queremos ¡son crisis útiles! Voy a recordarnos lo que todos sabemos: la crisis es una oportunidad. No, no son ganas de ver la vida de color de rosa; es la definición pura de la palabra.
Crisis viene del griego Krisis que significa “separar” o “decidir”; De la misma raíz etimológica viene la palabra crítica que significa “analizar o estudiar algo para realizar un juicio” y también criterio (qué curioso porque es algo que no veo en demasía en las decisiones publicadas una y otra vez entre “los responsables de sacarnos de esta crisis”). Hipócrates fue quien popularizó el término en otro ámbito ahora, viendo las noticias, totalmente insospechado: la medicina. Esa es la actual definición de crisis y así lo recoge la RAE: cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para agravarse, ya sea para mejorarse el paciente.
Crisis es también una palabra con un significado hermoso en China. Compuesto por dos ideogramas; 危 “Atención, peligro, moribundo” y 机 que significa “ocasión, oportunidad”. Porque sí, se nos olvida pero incluso cuando estamos moribundos estamos vivos y mientras estamos vivos tenemos una oportunidad, ¿qué vamos a hacer con ella? Depende completamente de nosotros. Sí, tal cual habéis leído: depende de nosotros.
Porque lo que nos sacude el alma una y otra vez no es crisis. Si lo fuera, si dependiera de nosotros: de ti, de mí, de él y de ella, tendríamos la capacidad de decidir y las herramientas para resolverla. Si lo fuera, tendríamos una oportunidad. No, señor, esto no es crisis como nos repiten hasta la saciedad en los telediarios y en los periódicos, pasándose la bola unos a otros mientras siempre, siempre, siempre… perdemos los mismos. Se equivocan o, ¿nos engañan?
Ahora que ya hemos vuelto a grabarnos fresca la definición de crisis, comparadla con estas otras definiciones y decid si no os sentís mucho más identificados con alguna de ellas. Son sólo unas cuantas pero os invito a buscar otras; las vuestras propias. Hay muchas más.

Abandonar: Dejar sin amparo ni favor a alguien o algo que lo pide o necesita. 

Defraudar: Privar a alguien, con abuso de su confianza lo que le toca de derecho. Frustrar, desvanecer la confianza o la esperanza que se ponía en alguien o en algo.


Estafar: Pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños, y con ánimo de no pagar. 


Abusar: Usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente de algo o de alguien. 


Engañar: Dar a la mentira apariencia de verdad. Inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas. 

Engañarse: Cerrar los ojos a la verdad por ser más grato el error.

“Lo único bueno del 2011 es que será mejor que el 2012”

Juan Roig

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