Poco puedo decir en mi defensa: ME GUSTAN LAS HISTORIAS. Las cosas así porque sí, no, así que si me veis alguna «cosa» en casa, en mi vida, o fotografiada (por cutre salchichera que sea la instantánea) no lo dudéis, preguntad porque, algo parecido a una historia, hay detrás.
Y este rótulo luminoso puede parecer simple solo a quien no se ha parado a conocerlo de verdad.
Pepe, aquí unos amigos; amigos, este es Pepe. Tío Pepe.
24 Toneladas de luces, casi dos tercios menos de los que pesaba en su ubicación original desde 1935: el número 1 de la Puerta del Sol. Pero llegaron las multinacionales y parecía que una manzana mordida podía acabar con Adán y Eva tiempo ha, y ahora, con el licor del chaleco.
No fue su pérdida de peso a dieta de iluminación más eficiente lo que lo devolvió al centro de Sol; el centro de Madrid y de España, sino más de 50.000 firmas que pidieron su indulto cuando el ayuntamiento trató de limpiar la ciudad de tanta contaminación lumínica. Así, se indultaron 4 luminosos. El más mundialmente famoso y probablemente, icono de Madrid tanto o más reconocido que un oso y su madroño o la mismísima Cibeles: Un anuncio de rayas de colores de Schweppes que ilumina la Gran Vía desde lo alto del edificio Carrión, en Callao.
Volviendo a Pepe, se mudó, pero poco, donde los vecinos y los propietarios lo recibieron con las manos y azoteas abiertas, en el número 11, mirando ahora a los ojos al edificio de la Real Casa de Correos. Mucho más famoso (dónde vamos a parar) por tener en la torreta el reloj de antaño donde de año en año (5 minutos más para la cuenta atras) los españolitos hacemos el balance de lo bueno y malo (5 minutos antes de la cuenta atrás).