
Él le escribió a ella:
Quiero velar el sueño de tus rosas
tendidas en las playas de tus brisas,
y pintar tus suspiros y sonrisas
viajeros en carretas nebulosas,
tiradas por aladas mariposas.
Y escribir las sonatas imprecisas
de los ecos alegres de tus risas.
Luego ofrecerte todas estas cosas:
sin que tú ni siquiera me recibas,
sin pisar los umbrales de tu casa,
sin escuchar tu voz de cascabel,
sin que jamás ni nunca me percibas.
Ser huella de tu sombra cuando pasa,
y besar el perfume de tu piel.
Y ella hizo lo que procedía dadas las circunstancias: SE ENAMORÓ