Elena ha tocado fondo. Ya se ha fundido oficialmente lo que iba guardando moneda a moneda de su último segundo trabajo porque con los 850€ que gana trabajando en el de siempre, 40 horas semanales no es que no llegue a fin de mes; es que no llega al día 5. Justo cuando le ingresan la nómina, los casi 600€ de hipoteca, 150 de coche, 75 de parking y recibos de teléfono, luz, agua, gasolina… No es cuestión de organizarse sino de que un sueldo no le basta y con 2 andaba justa. Protesta y se lamenta de que no encuentra “otro trabajo para las mañanas” como lo llama ella y yo no puedo evitar contestarle “o uno sólo pero que te paguen con justicia”.
Luisa lleva tanto tiempo intentando encontrar un trabajo «de lo suyo» y abandonar la trastienda de su padre donde se siente recluida que simplemente, no la recordamos de otro modo. Es imposible y parece que encima, tiene que dar las gracias.
Laura empieza la semana que viene otra temporada más en el aeropuerto para volver a trabajar recibiendo turistas y repartiéndolos en autobuses a 40 grados a la sombra aunque cada año lo hace con la esperanza de que sea el último y el próximo sí, dedicarse “a lo suyo” para la que le he visto estudiar tantos años. Se acerca peligrosamente a la cincuentena… Ya les han advertido que este año les aumentan la jornada laboral en media hora diaria por el mismo sueldo. Por que sí.
Ana contaba con empezar ya su “temporada” en el taxi que comparte. Cada año esa temporada es más corta y menos fructífera “¡con lo que había sido antes ser taxista!” De modo que cuando la semana pasada el jefe y propietario del taxi la citó ni dudó que era para hablar de las condiciones del reparto del vehículo y para empezar ya. No. Lo único que le dijo es que el coche en la calle supone mucho desgaste y luego está la gasolina y que estaba pensando dejarlo en el garaje. Punto y final.
Y luego está María, “la que estaba bien” del grupo, trabajando realmente “de lo suyo”, con un buen sueldo, responsable de sección y con contrato fijo. Por eso nos pilló a todos por sorpresa (sobre todo a ella) que a los dos días de aprobar la reforma laboral la llamaran al despacho del nuevo director, por supuesto al terminar su jornada para entregarle una carta de despido. Disciplinario además. No daba crédito y preguntó casi sin voz que quería decir, que no entendía y el director le dijo que no podía contestarle “que estaba ahí, en los estatutos”. “Abuso de confianza” y “disminución de productividad” habiendo sido una de las pocas sucursales en que esa productividad había aumentado. Ella, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no romper a llorar le decía que si él que la estaba despidiendo, no le sabía dar un motivo, ¿entonces quién? Y él se limitó a pedirle que firmara donde decía “recibido y conforme” y María, totalmente noqueada pidió si podía consultarlo con alguien o firmar diciendo que no estaba conforme y le dijo el sinvergüenza que no, que sólo podía firmar. Como para ese momento María ya sí estaba llorando a moco tendido, imaginad la capacidad de raciocinio que le quedaba y… firmó. Le dijeron que era de efecto inmediato, que “mañana ya no se presentara a trabajar”. Otro punto y final.
Marta se ha marchado al culo del mundo (en serio, nadie se puede ir más lejos aunque bien mirado, seguro que aquella es ahora la cara del mundo y el culo enfoca exactamente al lugar en el que estamos). Está dando clases en la universidad cobrando más de un 1000% de lo que le pagaban aquí en una academia porque ¿una universidad? A pesar de sus dos carreras y toda su experiencia es absolutamente impensable. Sus padres no entienden que esté tan lejos. Sueñan con que encuentre algo aquí.
Y mientras yo, ¡soy “empresaria”! Aunque no me pidáis que os explique el concepto de “mi empresa” porque ahora mismo no sería capaz. Dejadme mejor que os ponga un ejemplo: a todas ellas las conozco de que en algún u otro momento habían trabajado conmigo ¡hasta mil contratos al año llegué a hacer! Y ahora hago cero… Creo que eso lo explica todo. Pero también creo que el concepto “empresa” o “trabajo” hemos de reinventarlo entre todos. Creo que «todo esto» tiene que servir para algo ¿para qué? Aún no lo sé pero, ¿qué otra alternativa tenemos, más que buscar algo en lo que creer? La cuestión es que yo también ando buscando un lugar donde volver a sentir que mis manos son efectivas, totalmente convencida de que detrás de esto hay una oportunidad para crecer.
Forges, ese genio que tantas horas de placer me ha dado
Porque aunque me he inventado los nombres, a las personas no ¡las personas existen! Sólo una de nosotras figura en las listas del paro de modo que cuando veo esas tristes cifras de “1 de cada 4 españoles está parado” sé que no es cierto, sé que en realidad son muchos más. Algunas de estas españolas están incluso pululando por mi casa. Todas, como yo, llevan un cartel pintado en la frente de “mujer blanca soltera busca… algo a lo que agarrarse, algo en lo que creer”.
Carlos me contó que a su hermana Isabel
la echaron del trabajo sin saber por qué. No le dieron ni las gracias porque estaba sin contrato. Aquella misma tarde fuimos a celebrarlo: ya no tendrás que soportar al imbécil de tu jefe ni un minuto más. Son mis amigos, en la calle pasábamos las horas son mis amigos, por encima de todas las cosas…