Aquí conocimos a una «jankipunki» que nos recogió haciendo autostop en su furgoneta desbordada de cachivaches y que conducía sólo con una mano (en la otra, durante tres horas, una birra) y aquí acampamos en medio del bosque e hicimos una hoguera donde quedarnos riendo y brindando hasta las tantas. Pero nada… No hubo suerte. No logramos ver a ningún bigfoot.