
El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman.
Carl Jung
Somos quienes somos porque venimos de donde venimos, porque nos cruzamos con las personas que nos cruzamos, cada uno con sus mochilas y sus experiencias. Esta primera parte parece obvia. Pero hay también otra parte de responsabilidad de cada uno en el asunto y es en qué medida hemos sabido sacar partido, «hacer útiles» estos encuentros. Si hemos sido capaces de reconocer la importancia que algunos de ellos tenían para nosotros; el regalo inmenso que nos suponían para aprender y crecer.
Jung nos daba pistas de cómo lograrlo: tan fácil y tan difícil como leer nuestro mundo interior, escuchar nuestro cuerpo…
Aquí tenéis otras citas que espero provoquen una reacción química y os transformen:
Sólo se volverá clara tu visión cuando mires en tu propio corazón. Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta.
Las grandes decisiones de la vida humana tienen como regla general mucho más que ver con los instintos y otros misteriosos factores inconscientes que con la voluntad consciente y el sentido de razonabilidad.
El inconsciente puede reservar mensajes esenciales para los oídos que sepan ponerse a la escucha.
La gente va a hacer cualquier cosa, no importa lo absurda que sea, para evitar hacer frente a sus propias almas.
No debemos pretender comprender el mundo sólo por el intelecto. El juicio del intelecto es sólo parte de la verdad.
A menudo las manos van a resolver un misterio con el que el intelecto ha luchado en vano.
Nosotros necesitamos aprender que el dador de todas las cosas reside dentro nuestro. Esta es una verdad que frente a toda evidencia, en las cosas más grandes y más pequeñas, nunca se sabe, aunque sea frecuentemente tan necesario, hasta vital, para nosotros saberlo.
Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de la vida fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma.
No puede haber una transformación de la oscuridad a la luz y de la apatía al movimiento sin emociones.
Creo sencillamente que alguna parte del yo o del alma humana no está sujeta a las leyes del espacio y del tiempo.
Y además, nos recordaba:
Yo no soy lo que me sucedió. Yo soy lo que elegí ser.
El privilegio de una vida es convertirse en quien realmente eres.
La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir.