Hará 4 años que conocí a David Callau Gené. Quizá 5. Fue en Ibiza. Alguien me pidió, algo desganado, que le acompañara a una exposición, «porque a mí me gustan estas cosas» ¡Y me maravilló! No podía creerme no conocerle de antes.
Después descubrí que, en realidad, sí, le había conocido años atrás en Cambrils. No a él, pero sí su obra, que había fotografiado impactada en el malecón.
Aquel día de la exposición en Ibiza, su último día, me quedé ayudándole a recoger y le hice una propuesta indecente que aceptó automáticamente.
En muy poco volvió para cerrar los detalles. Aquella reunión fue en un restaurante rodeados de un jardín de naranjos. Yo le explicaba con todo lujo de detalles el cómo, el dónde, él porqué y el cuándo, y él me escuchaba por una oreja, y por la otra, mientras, me pintaba un retrato.
Lo tengo aquí, enmarcado, mientras os escribo. Es el primer cuadro que me regaló. Pone: «Pilar, tarongers, lletres i llum» y si no lo entendéis, no importa. Son todas cosas preciosas.
Después me acompañó y de la mano hicimos un evento maravilloso. MARAVILLOSO. Estoy convencida de que Ibiza, con todo lo que es, no habrá visto nunca una performance igual.
Hoy, David, más grande que nunca, inaugura una nueva sala. Esta vez en Madrid.
Por favor, no os perdáis la oportunidad de ver su obra, de conocerle. Se llama DESEARTE (hasta el nombre es bonito) y está en el barrio de Salamanca, frente a la Casa Árabe, al lado del Retiro.
Así algún día podréis decir: yo conocí a David Callau Gené.
Os mando un beso a todos. Qué suerte que estéis ahí.