Uf, qué sensación más extraña tras tantos días, estar parada frente a frente a mi vaio y poder escribir: no artículos, notas de prensa, dossieres o proyectos, sino… escribir.
Eso que es mi Dharma: contar, hablar, comunicar, pero no solo de uno a otro (ambos desconocidos entre sí), sino de mí a ti y esperar, cruzando los dedos que quizá, tal vez… me contestes o quizá, tal vez, aunque sea un poquitito alguna vez, algo te sirva.
Como no me espabile, dejo de llamar a esto “blog” y empiezo a llamarlo “anuario”. No, de verdad que no, que no dejo que vuelva a suceder. Como repito tan frecuentemente a mis amigos: yo soy para siempre. Puede parecer que estoy ausente alguna vez, pero no estoy lejos. Jamás. Lo prometo.
¿Qué ha pasado en todos estos días? Trabajo, trabajo, mucho trabajo. No me alcanzan las horas del día, ni los días de la semana. Pero es trabajo. No son problemas, ni preocupaciones y eso es maravilloso.
Es más, ¡es que yo misma me lo busco! Porque las ideas me brotan igual que brota el verde en Dominicana, multiplicándose si se lo permiten hasta acabar cubriendo absolutamente todo.
Mario ha empezado sus prácticas en una televisión local. Cumplió años sin mí, pero sé que no me lo tiene en cuenta. También sé que sabe, que aunque no estaba, “estaba”. Creo que tiene que ver con aquello de que soy para siempre…
Óscar está trabajando también los fines de semana en un bar y aunque él tira mucho más entre motores y ordenadores, esta pequeña ocupación le otorga un poco de esa necesaria autonomía a esa edad y también, de esa imprescindible sensación de que eres útil, de que “haces” y además, lo que sea, lo haces bien.
Ay, ésa es la peor enfermedad que está trayendo esta crisis bajo el garfio. No es la miseria o los desahucios (ambos terribles), sino esa sensación de inutilidad que invade a quien se queda sin dónde poner los brazos, y ve que los meses se amontonan cruelmente, sin permitirle ganarse los medios para evitar todo lo anterior, dejándolo cada vez más fuera de juego, y creyendo, a fuerza de no encontrar trabajo, que no sirve. Me estoy perdiendo…
De modo que mis hijos hechos hombres y yo, entre Ibiza y Mallorca en un barco hoy vacío, de camino a abrazarles antes de marcharme a Londres y después a Mallorca, para volver en poco más de una semana a Ibiza para seguir después enlazando otras tantas ciudades antes de acabar el mes.
Sí estaré en el cumpleaños de Óscar. Sí estaré (por supuesto) en una intervención tonta a Mario. No sé bien por qué, pero, sospecho… que me los voy a comer a besos…
Sirvan estas letras sólo de anticipo, para deciros que aquí sigo, que estoy bien; en algún punto entre cansada y guapa, y que ahora que estoy en ruta aprovecharé las horas en salas de espera para ponerme al día. Es una amenaza que veréis que cumplo. Es que… os echo mucho, mucho de menos.
Dharma: Idea omnipresente en el pensamiento hindú que de hecho, no se denomina a sí misma hinduismo sino Sanatana Dharma; religión eterna.
El Dharma es una ley universal de la naturaleza, que se encuentra tanto en cada individuo como en todo el Universo y se manifiesta como una rueda (presente en la bandera de la India).
El Dharma considera a la vida como un hilo conductor desde el pasado hasta este momento de ahora, y de éste, a las vidas futuras. Se puede traducir como “camino recto”, “ley natural”, pero también como “virtud” o “vocación”.
Dharma es, en definitiva, aquello que hemos venido a hacer cada uno de nosotros a este mundo; hay algo que te está destinado y para lo que tienes las cualidades perfectas y exactas y es nuestra misión encontrarlo cuanto antes para poder llevarlo a término.
Entradas relacionadas:
historias ajenas y propias
de Mallorca a Ibiza
el post número 100
Mario va a ser director de cine
la enchufada
mujer blanca soltera busca
Earl Grey y un hematoma
Contadores de Historias