
Tenía once años cuando decidí dejar de crecer. Ajá: lo decidí. Con premeditación, alevosía y fruto de un largo análisis; conversaciones a solas, otras lanzadas al aire y otras por descontado, con los que sí habían crecido y habitaban con sus pieles de adultos a mi alrededor. No podía entender (y aún hoy me cuesta), que la mutación para llegar a hombres y mujeres de bien, responsables, cumplidores, trabajadores; buenos padres, hijos […]