En la plaza Santa Bárbara, en Alonso Martínez (en mi precioso barrio), la menina oculta un as. El as es la carta de la baraja con una sola figura. En la baraja española se representa con un número 1, y en la francesa lleva la letra A.
Hay dos versiones de la historia: Hay quien cuenta que el hijastro de la diosa Karni Mata, cayó a un pozo y murió ahogado, pero, ante las suplicas de Karni Mata, Yama, el dios de la muerte, aceptó que volviera reencarnado. Sin embargo, el precio a pagar sería que todos los vástagos varones, a partir de entonces, serían reencarnados como ratas.
En el Tree Ashram conocí a Alí, un yemení que había huido de su país junto a su mujer y sus seis hijos. Habían visto morir a otros miembros de su familia en una cruenta guerra civil que dura ya años. Está aquí con una beca de estudios. Como suena. Ese fue el argumento legal al que pudieron agarrarse y los ocho comparten dos habitaciones de la residencia de estudiantes de la […]
La vida fue dura para los vástagos de Japeto y la ninfa Clímene. Prometeo fue castigado por los dioses por haberles robado el fuego y llevárselo a los hombres. Epitemeo se casó con la curiosa Pandora, responsable de abrir la caja que contenía todos los males de la humanidad. Menecio murió por un rayo de Zeus y acabó condenado al infierno de la Antigüedad.
En las últimas 24 horas he presenciado cosas asombrosas y estos músicos descansando en la pausa de una boda son solo una. El pobre Luis, mi ex compi de apartamento ha tenido que dejarlo después de que yo lo dejara, porque no podía hacerse cargo él solo. Así que la mañana arrancó ayudándole en una mudanza «made in India» y esto es, atando colchones y muebles en lo alto de un rickshaw […]
Me he inventado un juego cruel con mis amigos occidentales. Vamos en rickshaw, por ejemplo, y les digo: tú te vas a casar con la primera mujer que nos crucemos y vaya en bicicleta; tú te vas a casar con el primer hombre que nos crucemos y esté friendo. Ése es. Como veis, despiadado. Trato de que entiendan por unos minutos qué es «que te casen». La realidad de los matrimonios concertados […]
A orillas del Ganges se celebra cada atardecer el «Ganga Aarti» o ceremonia hindú de ofrenda al Río Madre. Ya os he contado en alguna ocasión que Benarés (Varanasi en hindi) es una ciudad sagrada y el Ganges es el protagonista de numerosos ritos y creencias. Según los hindúes, este río que nace en el glaciar Gangotri, en el Himalaya, cruza India hasta el delta de los Sunderbans, cerca de […]
Ayer se juntaban muchos factores: súper luna, eclipse total, Varanasi… de modo que, mientras la ciudad estaba paralizada entre las 4 y las 9 de la tarde (los eclipses son un mal presagio y el de ayer era además, de los «peores»), el Ganges ebullía de gente entregada fervientemente, cada uno a su creencia distinta… Muchos repitiendo mantras, canturreando, balanceándose como campanas.
Mi momento favorito del día sigue siendo verlos comer. Llegan entre risas, se lavan las manos y hacen una larga fila hasta la cocina. Te reciben con un: «Goooood morning, mam!» o, los más mayores, con un «¡Buenos días, ‘profesor’ Pilar!». Cada uno llevando con más o menos destreza su plato, buscan un hueco entre las largas alfombras y se sientan ocupando cada mínimo espacio disponible del suelo.
Alguna vez, como ahora, hago el amago de convertir la foto en blanco y negro. Ya sabéis quienes me seguís que, en realidad, me gusta mucho el blanco y negro. No sé muy bien si me lo pide la foto, si me lo pide el cuerpo o una simbiosis entre ambos. ¡Y hay TANTO GRIS en estas escenas! que lo hago, pero enseguida rectifico. Queda en un amago. Y después, siempre, siempre… […]
Ahora que estoy en India, «algo habré hecho bien en otras vidas» para tener tanta suerte en los lugares en los que, por más o menos tiempo, me toca aquello que llamamos «vivir». Hago un repaso: la plaza de la Luna en Dalt Vila, en Ibiza, o ese punto neurálgico entre Chueca y Malasaña, para más inri, frente al increíble edificio de la COAM y la mágica iglesia de San Antón, en […]
Barrio musulmán de Varanasi, ahora en el mercado de carne, es decir: sus carnicerías. Una plaza central rodeada de otros muchos puestos, todos de piedra, de los que transcurren ríos de sangre fresca que van formando charcos en el suelo. Allí flotan los pocos despieces que no se aprovechan y que has de ir con cuidado de no pisar: algún ojo, alguna pezuña… Que otras criaturas golosas olisquean sin sospechar que serán […]
Entre Shivala y Tulsi Ghat emerge el Tree Ashram. Un monasterio cristiano, de aspecto decadente, pero que es capaz de acogerte como pocos sitios en Varanasi. Gestionado desde hace un tiempo por Ute, que cambiara su Alemania natal por la ruidosa India.
Ellas esperan en casa Cuando, sobre todo mis amigos, me preguntan por India, siempre les contesto que no hay nada más distinto. Va muchísimo más allá de esas cosas que llamamos «el exotismo», «la cultura» o «la espiritualidad». India es otro mundo. Y dentro de él, aún hay otros, distintos.
Varanasi es una algarabía de criaturas: vacas, bueyes, búfalos que se cruzan contigo por las orillas del Ganges y los estrechos callejones. Piaras de cerdos escarbando en las basuras de cualquier esquina y perros callejeros, perros persiguiendo perros, perros colgados todos a la vez de la teta de la madre o perros esparcidos al sol, casi parecen lanzados… durmiendo.
Ha sido una sensación agridulce la de entrar por fin a los slums, pero aquí estaba la razón de este viaje: estas personas que os muestro. Estos ojos que nos miran. Ya veis… apenas ayudar en lo muy poco que puedo y sé. Agridulce, porque por un lado, he notado la bola de lágrimas que me subía por el estómago al ver estos niños (algunos sin saber caminar siquiera) aparecer como espectros […]
En lo que viene siendo mi estado natural: ¡VIAJANDO! Os diría que el destino es India (mi tercer viaje ya, con lo que me gusta India), que esta vez no será (o apenas no) una ruta entre ciudades y templos, entre trenes y coches que tocan el claxon CADA VEZ que se cruzan con otro (con la de tráfico que hay), pero no… Aunque parezca que «me voy», en realidad vengo. […]
Tenía dos únicos apuntes en mi agenda (ABSOLUTAMENTE IMPROVISADA) en Madrid. La primera, la que me había traído de vuelta aquí, a este lado del mundo: ir a verle, tras tantas llamadas pidiendo auxilio. Y lo hice, recién llegada, 8 de la mañana, después de 10.000 km y 48 horas sin dormir. Le vi cinco minutos, le conté todos los dedos, y me fui. Le mentí. Le dije que parece feliz. Los […]
Nos pasamos un tercio de la vida durmiendo, otro tercio, trabajando y, buena parte del tiempo que nos queda... aceptando cookies. Pues bien, este sitio (como todos) utiliza cookies. Si continúas navegando, entiendo que las aceptas.Qué remedio... AceptoNo aceptoLeer más...
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