Ayer se juntaban muchos factores: súper luna, eclipse total, Varanasi… de modo que, mientras la ciudad estaba paralizada entre las 4 y las 9 de la tarde (los eclipses son un mal presagio y el de ayer era además, de los «peores»), el Ganges ebullía de gente entregada fervientemente, cada uno a su creencia distinta… Muchos repitiendo mantras, canturreando, balanceándose como campanas.
Mientras otros meditaban sentados en posición de loto (y aquí os remito a la foto de una flor de loto que publiqué hace unos días del Parque de los Ciervos), en un silencio absoluto, petrificados como estatuas.
Otros se concentraban en sermones rodeando hogueras.
Y por último: el Ganges, sirviendo para purificar, y perdonar, y hasta salvar a quienes se entregaban a sus abluciones, hoy, con los pies en el Río Madre, pero mirando a la luna… por si acaso.
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