Debería hablar de esta vida nueva en Madrid y referirme al trabajo (que es muy nuevo y muy mucho); modelos, diseñadores, estilistas, fotógrafos, periodistas, notas de prensa, pressbooks, pressopendays y en definitiva muchas press«cosas», muchos eventos y muchas relaciones sociales con brindis y cumplidos.
Una sorpresa que estoy disfrutando día a día, muchos compañeros nuevos con los que vamos formando un engranaje cada vez más afinado y que espero en breve, pueda rodar solo como merece.
Las noches son cada vez más cortas desde que estiramos el trabajo pero, eso no es motivo para no celebrar «algo» cuatro, cinco veces por semana como… ¡Qué es domingo y estamos aquí!
Así que Isa (que se queda en casa el fin de semana) y yo nos marchamos a pasear después del Lolina, vamos a la Fnac o a la Casa del Libro a curiosear libros y música, a escuchar canciones conocidas y leer cosas nuevas, a tomar un té en cualquier sitio hasta que llega la hora de tomar una caña y un vino y nos marchamos a cenar y charlar de la vida, de Egipto, Nueva Zelanda, Perú y otros muchos sitios a los que viajaremos cuando nos toque la lotería el próximo día 22.
Y ya a las tantas, al pasar por la Plaza de la Luna descubrimos que aquellas estructuras extrañas que estaban montando eran una pista de esquí artificial, y en fin… Antes de darnos cuenta ya estábamos escarbando junto a los contenedores de basura buscando alguna pieza de unos viejos muebles de cocina que nos sirviera de trineo y allá que nos fuimos a colarnos en la casi inaugurada pista; primero una, después la otra y luego juntas, deslizándonos muertas de risa sobre un panel de aglomerado.
Una cuesta, una pausa en la que arrastrarnos y de nuevo otra cuesta.Tanto y tanto nos reíamos que en la fría noche se acercó más gente y claro, se animaron y también se colaron y allí montamos una guardería sobre la nieve y bajo las estrellas hasta que con tanto escándalo el vigilante nos echó a todos. «Por vuestra culpa» -Les suelta Isa (y puedo imaginármela con veinte años menos en la escuela señalando con el dedo a su compañera de pupitre)- «Cuando estábamos solas no nos decían nada».
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