En la plaza Santa Bárbara, en Alonso Martínez (en mi precioso barrio), la menina oculta un as.
El as es la carta de la baraja con una sola figura. En la baraja española se representa con un número 1, y en la francesa lleva la letra A.
En la mayoría de juegos es la carta de más valor de cada palo y se extiende este mérito a cualquier otra profesión o dedicación. Uno puede ser un as en muchos campos, pero en los naipes se limita, según baraja, a espadas, bastos, oros y copas; puede ser un as de tréboles, diamantes, picas, o mi favorito: un as de corazones.
Y es que yo sé que uno puede ir de farol, o incluso hacer trampas; que hay quién pierde, y peor aún, quien se rinde, dándose por perdido antes de hora, y también hay quien sigue apostando hasta el final.
Es que yo sé que, vale, quizá es la vida la que te da las cartas, pero al final el destino lo determina lo que haces tú en cada jugada.
Y también sé (porque le conozco y me conozco) que mi corazón guarda siempre un as en la manga.
En la plaza Santa Bárbara, en Alonso Martínez (en mi precioso barrio), la menina oculta un as.
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