
Y después de estos días de subidas y bajadas (con las últimas, mierda, mucho más pronunciadas que las primeras) y tras asegurarnos de que habíamos embarcado a Ana rumbo a China (porque puestos a mandar a nuestros hijos a algún lado, nosotras somos de mandarlos bien lejos), Pi y yo hemos salido, con la cara lavada para que no se nos corriera más el rímel, a comprarnos unos taconazos de infarto, por […]