
Tenía dos únicos apuntes en mi agenda (ABSOLUTAMENTE IMPROVISADA) en Madrid. La primera, la que me había traído de vuelta aquí, a este lado del mundo: ir a verle, tras tantas llamadas pidiendo auxilio. Y lo hice, recién llegada, 8 de la mañana, después de 10.000 km y 48 horas sin dormir. Le vi cinco minutos, le conté todos los dedos, y me fui. Le mentí. Le dije que parece feliz. Los […]