
Detrás de esta palabrota: «pareidolia», se esconde el fenónemo neuro psicológico responsable de que percibamos formas reconocibles en meros objetos inanimados. Ya sabéis: nubes que pasan mutando de cachorros a barcos pirata, o troncos de los árboles en los que se ocultan garras de monstruos o mapas de lugares conocidos.