
Ya había anochecido cuando, de camino a casa, como tantas otras veces, un grupito de machirulos cerveza en mano me soltó alguna barbaridad. Apreté el paso hasta haberlos perdido. O eso creía. Pero no. Uno de ellos se me abalanzó por detrás con un machete. Intentó arrastrarme entre los árboles y, a saber por qué, yo no pensaba en mis hijos, sino en mi madre. En que si me mataba y arrojaba […]