carta desesperada de los Reyes Magos


carta desesperada de los Reyes Magos

Anoche, mientras trataba de alcanzar el portal de mi casa dando zancadas para escapar de este frío glaciar que azota Mallorca estos días, escuché que me llamaban. Encima empezaba a llover pero miré hacia arriba y ahí seguían ellos, los Reyes Magos colgados desde la ventana del vecino del primero.

-Oh, aún estáis ahí- Dije a modo de saludo.

 

¡Un momento, un momento…! Hago una pausa antes de que empecéis a pensar que soy una loca descarada hablando con unos Reyes Magos de todo a cien sin habernos presentado previamente. Vuelvo un poco atrás en el tiempo. Hará como un mes, al descubrirlos colgando en la fachada comenté para mí misma algo del tipo:

 

-Mira, unos que se han olvidado a los Reyes Magos al recoger la decoración navideña.

 

Y ahí contestó una voz:

 

-Mira, Melchor, una que nos habla.

 

Era curioso, porque Gaspar parecía más sorprendido de que un humano les hablara que yo de oírles a ellos.

Y una cosa llevó a la otra y desde entonces… hablamos. Nada trascendental, no, sólo… charlamos. Claro, depende de la prisa que lleve yo al entrar y salir. No hablamos apenas de mi vida y sí de la suya triste, allí colgados y además, les he dado mi opinión como elemento decorativo:

 

-Bastante hortera para mi gusto pero bueno, la moda es la moda.

 

Les comenté que el vecino debía haberlos olvidado pero que apenas tengo trato con ese hombre de horario extraño y (por tratar de darles ánimos) que estaba segura de que se acordaba cada vez que los veía al salir de casa y pensaba “al volver, los guardo” pero luego, de noche y cansado… se le olvidaba pero que por descontado, si me cruzaba con él algún día en la escalera, le comentaría el olvido.

 

También les puse al tanto de que ni mucho menos son los únicos. Se me ocurren al menos media docena más en mis rutas cotidianas (otro al doblar la esquina en el edificio contiguo) y otros tantos papanoeles. Es más, uno me preguntó (es que desde que descubrí que te contestan, les voy diciendo cosas) que cómo había quedado España en el mundial porque antes tenía de vecinas de balcón a muchas banderas pero que claro, como acabaron quitándolas…

 

-¿Papanoeles?- Me preguntó sorprendido Gaspar- ¡Pero si estamos en España! Dónde iremos a parar…

 

-Bueno, en realidad sois todos “made in china”- Le respondí yo- Probablemente hayáis coincidido en los tráileres de mercancías que os trajeron a este lado del mundo.

 

Y nada, que se reía y no me creía pero le dije que podía comprobarlo en la etiqueta y ¿sabéis? Resulta que tanto tiempo ahí colgado con el trasero de Melchor dándole en la cara y le había dado reparo levantarle la capa.

 

-Sí, sí- Me daba la razón al comprobarlo- Made in China…

 

Pobres Reyes Magos, fabricados donde ni siquiera saben quiénes son estos sujetos y probablemente, en las mismas factorías que trabajan a destajo fabricando en serie gatos dorados que mueven la patita, camisetas ad-didas, bolsos Louise Botón y perfumes Camel nº 5.

 

También yo alguna mañana me olvido de ellos al salir medio dormida y un “¡Guapa!” de Baltasar me despierta (¡es más majo…! Con razón es el favorito de las niñas) y ya ahí, charlamos otro ratito. Melchor, que se ve un hombre instruido y con clase a pesar de su capa de poliester no entiende; no le cabe en la cabeza que alguien pueda considerar decorativo el colgarlos de balcones y claro, le doy la razón y  pregunta qué fue de la tradición de poner los Reyes Magos donde corresponde: en los portales de Belén que construían antes las familias entre armonía y villancicos.

 

-Bueno, alguno se sigue poniendo pero casi se lleva más el caganer.

 

Y claro, explicarles que hay una figura de un pastor o… ¡de Mourinho! Haciendo sus necesidades en un rincón del Portal mientras ellos están colgados y olvidados en la fachada de un edificio, no es fácil.

 

¡Pobres Reyes Magos! Les he visto en una sola semana llenos de nieve y escarcha pero anoche, su gesto era desolador calados hasta las capas más profundas de materiales sintéticos y altamente inflamables  que los conforman y me disculpé una vez más porque de verdad, es que nunca coincido con el vecino y no sé que más hacer por ellos.

 

-Bueno, escribo en un blog… Tengo lectores bastante raros pero muy simpáticos. Si queréis lo comento ahí. ¡Quién sabe! A lo mejor lo lee el vecino, o algún otro que de repente recuerda que aún tiene elementos navideños olvidados en la ventana.

 

-¡Genial! –Gritaron los Reyes Magos tiritando bajo la lluvia.

 

-Pero una cosa… –Añadió Baltasar- Diles que el año que viene no hace falta que escriban carta; que nos hemos quedado con sus caras ¡que sabemos dónde viven…! Ni carbón van a tener esos carbones.

 

O algo del estilo… y es que lo dicho: este Baltasar es un cachondo.

 


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Acerca de Pilar Ruiz Costa

Me dedico a la Comunicación y a los eventos desde hace muchos, muchos años. Contadora de historias con todas las herramientas que la tecnología pone a mi alcance.

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