
Yo estuve casada con un tipo estupendo. Era, además, futbolista y aunque de esto hace ya veinte años recuerdo perfectamente la geografía de sus manos. Le decía que tenía la misma piel que un elefante. Y él lo tomaba como lo que era: un cumplido por mi parte. Años más tarde, cuando viajara a India por primera vez (porque vinieron otras después), en aquel viaje «bastante planificado» de un mes recorriendo Rajasthan, […]