Últimamente lo de empatizar se me está yendo de las manos, lo reconozco. Me ha dado por apiadarme de criaturas inanimadas, construidas por dentro y por fuera de materiales fríos.
No, claro que no hablo de políticos, mirad que sois brutos… Hablo de monumentos y estatuas.
Ahí están, retorciéndose con mueca de grito o dolor, o en posturas imposibles, o como en este caso de ahora, cargando el peso de un edificio PARA TODA LA ETERNIDAD.
Que no había planes de que algún día estuviéramos y ya estaban; que nosotros nos iremos y ahí seguirán, gritando, sufriendo, retorcidos, cargando.
Qué mala uva el escultor. Qué mala uva… Hay personas que no lo saben, pero están condenadas a volver a la vida, sin vida, pero estatua.
Entradas relacionadas