Entre Shivala y Tulsi Ghat emerge el Tree Ashram. Un monasterio cristiano, de aspecto decadente, pero que es capaz de acogerte como pocos sitios en Varanasi. Gestionado desde hace un tiempo por Ute, que cambiara su Alemania natal por la ruidosa India.
Una pizarra anuncia en la entrada clases de Bollywood Dance o «Meditaciones Cristianas» (que baje Dios y lo vea). Pero el Tree Ashram, además de un retiro para los viajeros, es un punto de encuentro para todos los residentes que, cada domingo estamos invitados a comer. Sin confirmar, sin avisar siquiera, con lo que lo mismo somos cuarenta que ochenta y entre todos compartimos una deliciosa comida vegana y unas aún más deliciosas tartas que hay que proteger de los monos que acechan por los tejados a punta de palo.
Americanos, australianos, franceses, alemanes, suizos… ávidos de aventuras o de darle más significado a sus vidas, coinciden en el tiempo y el espacio con otros desplazados aquí por motivos mucho más terribles: refugiados de Yemen o del Tíbet.
Personajes pintorescos, cada uno «de su padre y de su madre» llenan de color el patio y la azotea del Tree mientras chaporrean ingleses con acentos de cualquier sitio y, conmigo incorporada desde hace ya dos domingos… compartimos por un rato nuestras historias.