En esto de las relaciones de pareja no tenemos ningún reparo a la hora de confeccionar nuestra propia lista de la compra con respecto a quien queremos de compañero/compañera de vida:
- que sea atractivo, comprensivo, culto, divertido;
- que haga deporte, que le guste viajar;
- que tenga un trabajo interesante y si no, pues bien remunerado;
- que esté implicado en causas nobles;
- que no esté divorciado o que si lo está, la dejara él;
- que su ex sea mucho más fea, pero tampoco tanto;
- que no tenga hijos o, si los tiene, que estén ya creciditos, pero que le gusten mucho los perros, es decir: los tuyos;
- que se lleve bien con tus padres, que le caiga bien a tus amigos y a ti te gusten los suyos;
- que entienda que necesitas tu espacio y que también lo tenga, que no agobie;
- que le guste el fútbol y además, exactamente tu equipo y si no, en modo alguno que sea socio del equipo rival;
- que sepa cambiar una bombilla, un enchufe, una rueda y hacerse la declaración de la renta él solito;
- que sea atento, romántico y una fiera en la cama;
- alto, libre de humos, ronquidos y gases, elegante, pero sin excesos y si cocina ¡ay, si además, cocina…!
Y me parece estupendo, de verdad que animo a todos mis amigos y amigas a hacerlas y, cuanto más largas, mejor (porque aquí el tamaño vaya que importa).
Es más, entre vinos me divierte mucho escucharlas y les veo a los unos y a las otras pedir y pedir y pedir y hasta justificarlo porque este punto número 27 barra 2 fue precisamente la tara insalvable que tuvo su ex.
Y alterno sorbos con «ajás» y solo cuando veo que la lista ya no da más de sí es cuando les pregunto: «Y es exactamente todo lo que ofreces tú, ¿verdad?» Y ahí, ya, no veas qué risas nos echamos.
P.D. Es importante saber qué es importante.
Otro P.D. Mi próxima pareja será un unicornio.
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