Sam toca la guitarra


Una historia sobre lo que no se ve.

Sam toca la guitarra, una historia sobre lo que no se veEl título de esta imagen bien podría ser «Sam toca la guitarra» (mejor aún «Sam plays guitar«), pero claro, estaríamos hablando a primera vista y nos faltaría toda la historia de lo que no se ve.

No se ve que yo ya andaba, con mi bata japonesa de seda, dispuesta a irme a dormir, con el cuerpo y el corazón algo cansados. Entonces Sam, me invitó a un vino. A esas horas debía andar tocando el piano, pero quería sorprenderme interpretando un tema con la guitarra.

A Spanish song.

Me dijo. Yo la reconocí enseguida.

-Es el concierto de Aranjuez.

Le dije.

-A-ran-juez…

Trató de repetir, pero una «j» y una «z» juntas en una misma palabra son demasiada mala uva para un gringo.

A mí me sonaba de maravilla, aunque vi que empezaba a impacientarse y se atascaba y se atascaba en un punto  de la canción. Me dijo molesto que había perdido una nota. Le hice un gesto para que respirara.

Maider llevaba puesto su traje de gorila y me abrazaba en el sofá frente a la chimenea.

-Dime, ¿estás abierta a conocer a alguien?

Me preguntó. Sabía por dónde iba y enseguida le contesté todas las opciones posibles:

-¡No! Bueno sí… siempre estoy abierta a todo, – Y finalmente añadí- pero es que yo le amo a él. Es que todos buscan lo que nosotros ya hemos encontrado, ¿me entiendes?

Maider asintió. Sam se estaba estresando buscando una nota perdida e intervine para contarle la historia de dónde están las palabras, las respuestas a nuestras preguntas, la inspiración, el valor… y hasta las notas cuando no los encontramos.

Maider se acurrucaba en mi pecho y me acercó su antebrazo pidiéndome que lo acariciara. Lo hice.

-Cuéntame alguna historia sobre él.

Mientras seguía haciéndole cosquillas a su brazo de arriba a abajo; de abajo a arriba le conté:

-Después de nuestra primera cita, la mañana siguiente me llamó. Me dijo que le había pasado algo muy importante en la oficina y que tenía que contármelo sin falta en persona. No tenía ni idea de qué podría querer contarme aquel señor, pero le esperé puntualmente. Le vi por la acera, cruzando la calle Hortaleza corriendo hacia mí y al llegar me abrazó muy fuerte. Se quedó así, apretándome y al cabo de un rato me dijo: «Soy feliz. Me he dado cuenta de que no lo era ¡no era feliz! pero ahora sí lo soy: ¡soy feliz porque existes!».

Noté que me estaba emocionando sólo al recordarlo y tuve que contener las lágrimas.

Sam, desesperado con la guitarra, vino a sentarse a mi lado. Desde que ha descubierto lo que siente en mis manos es como un bebé buscando teta. Busca mis manos. Las tomó entre las suyas y, sabiendo lo que quería, le abrí las palmas de mis manos de par en par. Posó las suyas encima, cerró los ojos y en nada, sus manos empezaron a flotar y jugaba y jugaba con nada visible a los ojos mientras repetía susurrando:

Amazing, it’s amazing, it’s so amazing…

Le pedí que le contara a Maider lo que aún no puede ver y él, decía que era difícil y le explicaba que era energía, energía brotando de mí, que era cálida, que era húmeda, que era suave, que era dulce, que le hacía sentir tan bien…

Maider me pidió que le contara otra historia sobre él.

-Cuando venía a buscarme al aeropuerto. Aparecía de la nada. Venía corriendo, corriendo hacia mí y me abrazaba y me hacía volar dando vueltas mientras me decía: «¡te he echado tanto de menos! No vuelves a irte nunca más. Prométemelo. Nunca, nunca más.»

Maider me abrazó más fuerte. Sus ojos me imaginaban volando feliz.

Sam volvió a la guitarra.

La nota siguió sin aparecer.

Sólo eso. Imaginaos que os dejo, simplemente… con lo que sí se ve.

Ruiz Capillas


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Acerca de Pilar Ruiz Costa

Me dedico a la Comunicación y a los eventos desde hace muchos, muchos años. Contadora de historias con todas las herramientas que la tecnología pone a mi alcance.

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2 ideas sobre “Sam toca la guitarra

  • Rafael

    Hola, Pilar.
    Soy uno poco “ansioso” porque cada día, cuando me levanto, lo primero que hago es encender el ordenador y ver si te has acordado de nosotros y has escrito una de esas maravillosas historias que nos cuentas, unas veces tiernas, otras tristes, otras graciosas, pero siempre siempre llenas de sentimiento y calor.
    Por ciento, esta lloviendo al sur de California?

    • Pilar Ruiz Costa Autor

      ¡Siempre, siempre me acuerdo de vosotros! Sólo es la falta de tiempo y, sobre todo, cobertura, lo que me mantiene alejada. Pero hay una lista creciente de posts que publicaré.
      Estoy en un lugar (precioso) llamado Humboldt que está al norte de California (casa vez subo más y más), pero ya no me queda mucho de esta aventura americana. Aún decidiendo cómo terminarla, ¿San Francisco? ¿Nueva York? Y deseando el siguiente destino que ya «os» contaré en más detalle, pero que casi seguro será México.
      ¡Y aquí llueve, vaya que llueve! Y qué preciosa es la lluvia aquí… Qué colores, qué naturaleza más pura. Ojalá os la pudiera llevar un poquitito.

      Gracias por leerme, por buscarme (y por cuidar de él). Muchos, muchos besos.

      P. D. Un día de estos intento llamarte otra vez, ok?