
En el andén del metro, un hombre protestaba porque su mujer se empeñaba en hacerle fotos, cubriendo cada detalle de su visita a la ciudad; una niña (preciosa), con la nariz manchada de chocolate y las orejas desiguales, jugaba a que sus zapatitos rozaran los míos. Otro niño, a mi lado, le hablaba sin parar a su madre y ella le ha contestado que por favor, no le hablara, que estaba muy […]