Aunque la foto es de la entrada al campo de concentración de Sachsenhausen, nos encontraremos esa frase de ARBEIT MACHT FREI en Dachau, Groß-Rosen o el mismísimo Auschwitz. «Arbeit macht Frei»…
Miles de judíos trabajando hasta morir y leyendo una única frase: «El trabajo te hace libre». No era verdad. En su caso, al menos, era una burda manipulación tratando de que los pocos que habían decidido mantener vivos -aunque fuera de momento- resistieran un poco más, se esforzaran un poco más.
Y de nuevo, hasta la frase miserable es robada. Era el título de una novela de Lorenz Diefenbach, pero igual que hicieron con la rueda del Dharma en India, el arquetipo del Universo donde se simbolizan los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire; se lo apropiaron para convertirla en el más temible de los símbolos: una esvástica.
Y aunque ni siquiera los pocos que lograron sobrevivir una vez terminada la ocupación nazi, aunque, seguro, nadie salió ileso… recuerdo muy cerca de esa entrada, el barracón del prostíbulo. Allí iban a parar las presas más favorecidas hasta que las enfermedades y palizas ya no las hicieran apetecibles para hombre alguno. Pero no solo prestaban sus servicios entre los verdugos de la ocupación, no. También alguno de los miserables presos pudientes, podían pagar por abusar de una compañera. Miseria dentro de la miseria.
Pues ellas fueron las únicas que, tened por seguro, jamás salieron de Sachsenhausen. Ni siquiera las que salieron… Acabó el Holocausto para el resto, pero no para ellas que permanecieron repudiadas por la esclavitud a las que las habían obligado. ¿Os dais cuenta ahora? «Arbeit macht Frei»… era una horrible mentira.