
Llega ese momento, sublime, del diálogo de besugos que no sabe a nada y aquí he de confesar que jamás he negado a nadie la oportunidad de hablar conmigo, que vivo entre pirados que me piden un café, un vino… conocerme y siempre, siempre digo que sí. Es decir, un diálogo conmigo es accesible; es decir, ¡hablar me gusta! pero ¿esa retahíla de preguntas vacuas, de «¿Cómo está tu hermana, y tu […]