El bindi, del sánscrito «bindu» (‘gota’ o ‘punto’) o tilak en hindi; eso que nosotros llamamos (con bastante acierto) tercer ojo, es un símbolo religioso y espiritual muy relacionado con India.
Se ubica en el espacio entre las cejas, donde se encuentra el agñá-chakra o sexto chakra que es el lugar donde se concentra el mayor centro nervioso del ser humano y también, donde se almacena la experiencia y la energía kundalini, considerada como la energía primordial o shakti y representada como una serpiente. Se dice que, al despertar esta serpiente, se controla la vida y la muerte.
La ubicación entre los ojos no es casual ya que, no en vano, se nos ha dotado de dos ojos para ver el mundo de fuera y de éste área para permitirnos ver el mundo interior; todo aquello que es invisible a los ojos.
De color frecuentemente rojo, se utilizan pigmentos bermellón (a veces incluso de sangre de vaca, por el carácter sagrado del animal), algún elemento que le dé textura, como yogur y puede incluir granos de arroz.
Cuentan que el bindi otorga concentración y entendimiento, pero también puede darnos información sobre la persona que lo porta.
Las viudas lo usan negro mientras visten de blanco y, como ya os conté, también los niños desde que nacen para «protegerles del mal de ojo» (especialmente peligroso en martes y domingo).
Cuando una mujer se casa, el marido suele pintarle una pequeña línea de color rojo en el nacimiento de la raya del pelo. Ella lo portará desde entonces como símbolo de que es una mujer casada y también, de que desea el bienestar de su marido.
Para que veáis todas las historias que puede haber detrás un aparentemente simple «punto» y es que, el mundo es un lugar extraordinario para todo aquel que lo que descubrir…
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