Hacía tiempo que no os recomendaba teatro y os traigo 2 obras espeluznantes que he visto la última semana.
El sábado pasado fue Jauría, creada a partir de la transcripción literal de fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante en el reciente y polémico juicio a La Manada.
Este sábado ha sido Wake Up Woman y llegué invitada, recién aterrizada y sin tener ni idea de lo que iba a ver. Terrible. Lo que iba a ver era terrible. Es más, tengo que reconocer que no estaba aún recuperada para otra dosis de dolor.
Jauría te conduce a un lugar sombrío: 6 sillas y un mínimo hueco en una pared con 5 actores y 1 actriz que alternan sus papeles de un lado al otro del estrado, pero nunca los roles de víctima y verdugos.
Wake Up Woman (declarada de Interés social y cultural en Argentina y versionada también en México y Estados Unidos) narra una historia de amor idílica hasta que el amor va mutando a otra cosa, de una manera tan imperceptible, que uno no puede detectar el punto exacto en que se debió abandonar el barco.
Jauría tiene un ritmo impecable. No sobra un silencio ni un grito ¡Ay, el grito! Sin embargo, hubiera agradecido que el relato fuera imparcial. Suena despiadado, ¿puedo no tomar parte en la historia de La Manada? ¡Por supuesto que tomo parte! Pero egoístamente sé que será un argumento que los monstruos usarán en contra de la validez de una historia que describen como «muy real, demasiado real».
Al contrario, Wake Up arranca con los afectos del público repartidos por igual entre los miembros de una entrañable pareja y es el tiempo el que va haciendo que uno se posicione, hasta tal punto, que cuando se rompe la cuarta pared, te obligas a agarrarte con fuerza a la butaca para no salvar a esa mujer. Uno se siente cómplice por quedarse simplemente mirando lo que está por venir.
Mi (preciosa) compañera de butaca también me agarraba la mano a mí, no para evitar que saltara al escenario, sino para mantenerme en el presente mientras todo mi cuerpo delataba que estaba viajando a un agujero negro que, mierda, mierda, MIERDA… sigue ahí.