Difícil de regalar


dífícil de regalar, otro Post Data, Pilar Ruiz Costa

Quienes me conocen bien saben que soy de esos que llaman «difíciles de regalar» y no -quiero pensar- porque sea difícil conocerme o conocer mis gustos ¡Si hasta escribo en un blog! Sino porque rápidamente uno nota que no me gustan «las cosas».

Viajo por el mundo, meses, da igual si hace frío o calor, con una maleta de mano. Imaginaos las «limpiezas» que hago de cajones y armarios cada vez con más frecuencia.

Compro libros y los regalo después. Uso los mismos zapatos desde hace una década hasta que los propios zapatos, que no las modas, dicen basta. Cada vez me auto produzco más y más cosas inimaginables: cosmética, perfumes, pan, yogurt… En fin, que no, no soy de cosas. En cambio, las experiencias, los ratos compartidos, las muestras de cariño, las risas… Uy, ¡cómo le llevo conmigo donde quiera que voy…! Que no ocupan espacio en las mochila y sí son cosas que me enganchan, casa vez más.

Y este último cumpleaños han venido, sin planificarlo en absoluto, como un regalo extra que costaba imaginar. Lo hacían en forma de mensajes de: «Buenas noches» a las 00:00 sin un «feliz cumpleaños» siquiera. Buenas noches que saben a vainilla, a chocolate, a mazapán.
Venían en forma de mensajes que, en lugar de «feliz día» llevaban un enlace encontrado por ahí, a un artículo donde alguien hablaba de mis libros.

Venían en forma de fotos o llamadas sin un «que cumplas muchos más», de alguien que ya tenía el libro entre las manos o, muchísimo peor: de llamadas llorando de emoción al encontrarse mi libro entre las manos. O de otros, que ya habían leído uno y arrancaban el otro o de, incluso ¡quienes ya han leído los dos!

Y después, estas otras llamadas o visitas sorpresas de quién para nada sabe que hace años, tal día como hoy, nací, y en estos planes improvisados se nos juntan las nuevas aventuras con montones de aventuras viejas. Viejas… Y que asoman al espejo exactamente igual.

Y a mí, en el espejo, os juro que los años se me iban acomodando en el cuerpo, no entre pliegues en la piel o surcos nuevos en el rostro. No. No como dolor de huesos o curvas más pronunciadas en las caderas, no… ¡QUÉ VA! Eran felicidad, eran alegría, eran AMOR.


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Acerca de Pilar Ruiz Costa

Me dedico a la Comunicación y a los eventos desde hace muchos, muchos años. Contadora de historias con todas las herramientas que la tecnología pone a mi alcance.

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