Estas últimas semanas me han dado para aprender que nos dicen: «En la vida hay que plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro», pero eso es fácil. Lo verdaderamente difícil es encargarte de que el árbol crezca, que se haga bosque, que tu hijo se haga adulto y además, feliz y publicar, publicar el libro…
Porque los libros «simplemente escritos» en la estantería acumulan polvo y te gritan reproches cada vez que pasas por su lado. Y no hay excusas que valgan. Cuando un libro tiene razón, tiene razón.
Quienes me conocéis desde hace tiempo sabéis que tengo montones de árboles plantados, de hijos y no ya «libros escritos», sino que he ido esquivando las ocasiones de publicarlos buscando el momento propicio. Ahora lo es. Tanto, que no publico un libro, sino dos ¡que tenía mucho trabajo acumulado!
En fin, que me encanta tocarlos, olerlos y que estoy deseando compartirlos con vosotros.
Entradas relacionadas: