Qué dura es la vida de estas mujeres ¡qué dura! Apenas me asomo a ella un rato, de tanto en tanto (como ellas a mi cámara y a mis ojos) y acabo agotada. Sin embargo, se conforman (como ellos, pero cien veces peor), se resignan: es lo que toca.
Hago una pausa importante porque la resignación no es buena ni mala, ni todo lo contrario. Todo en esta vida, es lo que hagamos con ello.
Vuelvo a la historia: se resignan porque no tienen otros puntos de vista con el que comparar el suyo, se resignan porque social, cultural y (mierda) familiarmente las resignan.
Es lo que toca. Algo habrás hecho en otra vida para ahora merecer ésta, así que sé buena, obediente, agacha la cabeza, cierra la boca, abre las piernas, trabaja, trabaja, trabaja… Pare, con suerte hombres para que sus mujeres algún día te ayuden. Por favor, no mujeres, no les pases este legado, pero si acaso sí, alumbras cinco, seis, ocho mujeres antes de que los dioses te concedan la fortuna de un varón, enséñalas a ser buenas, obedientes, a agachar la cabeza.