
Paseando por La Habana una pareja de aspecto agradable se nos acercó para pedirnos la hora. Sabíamos que la cosa iba a acabar en tratar de liarnos, pero nosotros mismos estábamos deseando dejarnos liar para vivir de una manera controlada el trapicheo que, a fin de cuentas, es vivir La Habana. En cuanto detectaron el acento, nos saltaron con toda la lista de futbolistas españoles aprendida de quienes estuvieron antes que nosotros.