
En mi primer viaje a India llevé la mochila llena de viejos cuentos de mis hijos. Ellos me decían: «Pero no los van a entender, están en castellano, están en catalán…» Y yo les contestaba: «Cariños míos ¡no saben leer! Pero creedme, todo lo que tienen que entender de cada historia, lo entenderán.»