Lo que no se ve:
La foto tiene como 8 años, tiempos en los que el Whatsapp habría llegado al mundo pero no al teléfono de primera generación de Pi.
Yo andaba (ya veis qué novedad) ocupándole la casa y a saber cómo acabamos metidas en ese campo. Ella, que lo de fumar a escondidas lo lleva a otro nivel y yo que soy una facilona y la sigo por esos montes.
La cuestión es que no estoy rascándome una oreja mientras me acaricio un pie, NO, HOMBRE, NO. Mirad con atención. Estoy hablando por teléfono con un amigo común.
Va y resulta que Pi, a saber por qué, me estaba fotografiando a traición y se la enviaba en vivo y en directo al susodicho. Bueno… ¡eso pensaba ella! Hasta que, horas después, está en el baño y la oigo gritar y voy corriendo (ya no por facilona, sino por prestar primeros auxilios) y me la encuentro DESNUDA, aún mojada de la ducha y llorando de la risa ¡que se ahogaba de la risa! Tanto, que no puede ni hablar y me enseña que se equivocó en el envío de mi foto y lejos de perderse en los agujeros negros de los teléfonos, llegó a un destinatario desconocido que nos contestó con un:
«Dudo que sea para mí, pero por si acaso, este soy yo», acompañado de una foto de un pastor de ovejas de vete a saber que otro monte muy muy lejano todo rodeado de ovejas y vacas.
Pi no lo sabía y acababa de inventar Tinder… pero en rural.