Ahora sí, en modo formal, quiero hablaros de uno de los templos más bonitos en los que he estado: El Templo de las 1000 columnas, en Ranakpur, India.
Aunque ya os adelanto que el nombre miente; en realidad hay 1444 columnas, todas distintas, con preciosos grabados florales y ornamentales absolutamente realizadas a mano con un trabajo inimaginable.
Es un templo jainista y he ido ya en 2 ocasiones: la primera vez traté de no interrumpir una celebración y fueron el centenar de personas que había allí congregada quienes detuvieron todo para invitarme a tirones, a falta de un idioma común, a participar: flores, palmas, bailes, cantos que trataba de repetir ¡os juro que sí! Pero seguro que no daba ni una…
En esta segunda ocasión fue cuando tuve la brillante idea de querer ir a conocer los monzones (lo reconozco: soy así) y la lluvia de los últimos días había hecho verdaderos estragos por todo el país.
Amanecía cada mañana en Udaipur con las noticias de muertos y de que habían desaparecido aldeas y carreteras y, llegar a Ranakpur, fue toda una aventura.
Ese día, con mucha menos gente y muchísimos monos que utilizaban el templo como refugio, el ambiente era totalmente distinto.
Era como India con y sin monzones ¡hay que vivir ambas! Y el agua dotaba a las piedras de un color muy especial y la soledad dio para apreciar aún más la maravilla arquitectónica de «lo que se ve» y, aún más, creedme… La maravilla de todo «lo que no se ve».
P. D. Qué risa cada vez que por el mundo explico que mi nombre significa «columna»…